Aunque Carlos Castaneda y la tradición Tolteca no encajan exactamente en
los parámetros del Chamanismo clásico, su importancia a la hora de redefinir y
divulgar los conocimientos chamánicos es hoy innegable. El presenta un sistema
completamente elaborado y coherente donde el desarrollo transpersonal del
practicante es de gran importancia.
Yo considero que es perfectamente compatible la metodología de Castaneda
donde prima ese desarrollo transpersonal basado en el trabajo sobre la importancia
personal, el cultivo de la energía, la recapitulación, la muerte como consejera
y el silencio interior; con el enfoque neochamánico de Michael Harner donde,
habiéndose adaptado las formas del chamanismo clásico a la cultura urbana
actual, se mantiene el viaje chamánico como herramienta fundamental del trabajo
para conseguir conocimiento, poder y curación para sí, pero sobre todo para los
demás.
Os presento aquí un extracto del libro de Armando Torres, Encuentros con el Nagual (Editorial Nuevo Amanecer);
en concreto del capítulo El Umbral del Silencio. Es posible que este texto os
pueda evocar enfoques yoguicos, budistas, taoístas, sufís o de cualquier otra vía
que hayáis practicado. Es normal y lógico, en todas las vías espirituales de la
humanidad el silencio interior es la condición “si ne qua non” para que lo
esencial pueda emerger.
EL UMBRAL DEL SILENCIO,
conversaciones con Carlos Castaneda
….
Todo lo que llega a nuestros
sentidos es una señal. Solo hay que tener la velocidad necesaria para silenciar
la mente y captar su mensaje. Mediante estas indicaciones, el Espíritu nos
habla con voz muy clara.
Uno de los presentes notó que, aun tratándose de una metáfora, la idea de
escuchar al Espíritu o hablar con el tenia un aire excesivamente religioso.
Pero Carlos fue tajante en su definición.
¡Esa voz no es una metáfora! ¡Es
literal! A veces se compone de palabras, otras veces solo susurra o despliega
una escena delante de nuestros ojos, como una película. De ese modo, el Espíritu
nos trasmite sus comandos, que pueden
resumirse en una sola expresión: ¡Intenta, intenta!.
La voz del espíritu nos habla a
todos por igual, pero no nos damos cuenta, estamos tan ocupados con nuestros
pensamientos que, en lugar de hacer silencio y escuchar, preferimos recurrir a
todo tipo de subterfugios. Por eso existen los convocadores.
Le preguntaron que era un convocador.
Respondió:
Es un recurso de la atención, una
manera de acceder a otro nivel de conciencia. Podemos usar así cualquier cosa
para sintonizar al Espíritu, porque, finalmente está detrás de todo lo que
existe. Pero ciertas cosas nos atraen con más fuerza que otras.
Por lo común la gente tiene sus oraciones,
sus rezos y sus amuletos, o elabora rituales privados o colectivos. Los brujos
de la vieja guardia eran propensos al misticismo; usaban la astrología,
oráculos y conjuros, varas mágicas, cualquier cosa que burlase la vigilancia de
la razón.
Pero para los nuevos videntes esos
recursos son un despilfarro y ocultan un peligro: pueden desviar la atención de
la persona que, en lugar de enfocarse en su vínculo inmediato con el Espíritu,
se hace adicta al símbolo. Los guerreros actuales prefieren métodos menos
ostentosos. Don Juan recomendaba intentar directamente el silencio interior.
Recalcando las palabras, preciso que la
brujería es el arte del silencio.
El silencio es un pasadizo entre los
mundos. Al callar nuestra mente, emergen aspectos increíbles de nuestro ser. A partir
de ese momento, la persona se hace vehículo del intento y todos sus actos
comienzan a rezumar poder.
Uno de los presentes le pidió que definiese ese concepto.
Contestó:
No es definible. Cuando lo practicas,
lo percibes. Si tratas de entender, lo bloqueas. No lo veas como algo difícil o
complejo, porque no es nada del otro mundo; tan solo es, acallar la mente.
Podría decirles que el silencio es
como un muelle a donde llegan los barcos; si el muelle está ocupado, no hay
cabida para nada nuevo. Tal es mi visión del asunto, pero, en verdad, no sé cómo
hablarles de eso.
Explicó que el silencio mental no es
solamente la ausencia de pensamientos. Más bien, se trata de suspender los juicios, de atestiguar sin interpretar. Sostuvo
que entrar al silencio se puede definir, según el contradictorio modo de los brujos, como ”aprender a pensar sin palabras”
…
Conozco gentes que consiguieron
parar su dialogo interno y ya no interpretan, son pura percepción; nunca se desilusionan ni arrepienten, pues
todo lo que hacen parte del centro de la decisión. Han aprendido a lidiar con
su mente en términos de autoridad y viven en el mas autentico estado de
libertad.
…
Don Juan afirmaba que somos animales
predatorios que, a fuerza de amansarnos, hemos terminado por convertirnos en
rumiantes. Pasamos la vida regurgitando una lista interminable de opiniones
sobre casi todo. Los pensamientos nos llegan en racimos; uno empalma con el
otro, hasta rellenar todo el espacio de la mente. Ese ruido no tiene ninguna
utilidad, porque, prácticamente en su totalidad, está dirigido al
engrandecimiento del ego.
Le pidieron algunos ejercicios practicos para llegar al silencio.
Contestó que era un asunto muy
privado porque los resortes del dialogo interno se nutren de nuestra historia
personal.
Sin embargo a traves de milenios de prácticas,
los brujos han observado que, en el fondo, somos muy parecidos y hay
situaciones que tienen el efecto de silenciarnos a todos por igual.
…
El silencio empieza con una orden,
un acto de voluntad que se convierte en el comando del Águila. Sin embargo
hemos de tener en cuenta que, mientras nos impongamos el silencio, nunca
estaremos verdaderamente ahí, sino en la imposición. Hay que aprender a
transformar la voluntad en intento.
El silencio es tranquilo, es un abandonarse, dejarse ir. Produce una
sensación de ausencia, como la que tiene un niño cuando se queda mirando al
fuego. ¡Que maravilla recordar ese sentimiento, saber que se puede volver a
evocar!
La técnica de observar, es decir, de
contemplar el mundo sin ideas
preconcebidas, funciona muy bien con los elementos. Por ejemplo, con las
llamas, la caída del agua, las formas de las nubes ó la puesta del Sol. Los
nuevos videntes le llaman “engañar a la maquina”, porque, en esencia, consiste
en aprender a intentar una nueva descripción.
…
Lo importante es que nuestro intento
sea inteligente. De nada sirve que nos esforcemos por llegar al silencio si
primero no le creamos condiciones favorables para que se sostenga. Por lo
tanto, además de ejercitarse en la observación de los elementos, un guerrero está
obligado a hacer algo muy simple, pero muy difícil: ordenar su vida.
Siguió diciendo Carlos que los brujo antiguos solían emplear plantas de
poder para detener el dialogo interno. Pero
los guerreros actuales prefieren condiciones menos riesgosas y más controladas.
…
El método preferido de los guerreros
es la recapitulación. La recapitulación detiene la mente de una forma natural.
El principal combustible de nuestros pensamientos son los asuntos
pendientes, las expectativas y las defensas del ego. Es muy
difícil encontrar una persona cuyo dialogo interno sea sincero; lo común es que
disimulemos nuestras frustraciones yéndonos al extremo opuesto. Así, el
contenido de nuestra mente se convierte en una oda al yo.
Recapitular acaba con todo eso.
Después de un tiempo de esfuerzo sostenido, algo cristaliza ahí dentro. El
dialogo habitual se nos hace incoherente, incomodo; no queda otro remedio que
pararlo.
qué quiere decir con recapitular???
ResponderEliminarmuy bueno el artículo amigo
Me encanta Castaneda...en cuanto a lo que dice sobre parar el dialogo interno estoy totalmente de acuerdo, si conseguimos hacerlo vivimos mejor
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